por Samuel, de Aburrido Cósmico

lunes, 6 de abril de 2009

cuestión de hostias




Me puse a ordenar toda la locura que tenía en la cabeza. A la izquierda residía lo más atrevido, a la derecha lo racional (vamos, todo lo racional que se puede ser con la locura...). Era curioso la cantidad de cosas que puede uno llegar a pensar, cuando en realidad todo es producto de la imaginación; ahí residen los planes malogrados, los impulsos equivocados... en definitiva las hostias que te da la vida de vez en cuando, que te despiertan cada cierto tiempo. Personalmente prefiero llamarlo ciclos, aunque no por ello dejan de ser hostias.
Volviendo al principio, me puse a ordenar toda mi locura, y me di cuenta que tenía mucha más de lo que pensaba. Decidí hacer limpieza de una vez por todas, y en esos casos, lo que suele pasar es que uno no sabe bien por donde empezar. Casi siempre lo más difícil de TODAS las cosas es empezar o terminar. No hay termino medio que valga. Empezar o terminar. Siempre duele. Lógicamente dependiendo de la causa, no es lo mismo terminar un bocadillo que terminar una amistad, por ejemplo... aunque los hay con mucha hambre (no hambruna, ojo) que serían capaces de cambiar una amistad por un bocadillo... pero ese ya sería otro tema.
Decidí empezar por lo fácil ( es como la eterna pregunta de : "tengo una noticia mala y una buena ¿cual quieres que te cuente primero?"... siempre me ha parecido que en el fondo la noticia buena NO era tan buena... realmente era para amortiguar la mala ) porque digan lo que digan, lo fácil siempre es más fácil. Recordé varios nombres, con alguno me aceleraba más sin saber bien por qué. Deseché tu tacto tantas veces que ahora me arrepiento y en esos casos, mejor no pensar. Me costó varios días y algunos llantos sueltos rehacerme y cantar/gritar el I will survive ( la cover de los CAKE ), pero la desintoxicación no iba a ser tan fácil ni mucho menos: siempre quedan secuelas, pero afortunadamente estables y controladas. Así que no hay nada más que limpiar -pensé-... recogí todo y con un semblante serio y riéndome a carcajadas por dentro, canté todo lo que pude cantar. Bebí todo lo que pude beber. Bailé sin complejos y sin talento. 
Ahora que la locura desapareció, o mejor dicho, está bien recogida en algún rincón de la cabeza, planeo sobrevolar el mundo dispuesto y decidido a darme alguna que otra hostia más. Porque al fin y al cabo son inevitables. Brindo por ellas. 

Solo espero que lleguen de una en una.

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