por Samuel, de Aburrido Cósmico

jueves, 7 de mayo de 2009

desconfianza



Desconfiada. Ibas por la vida con mirada de desconfiada, con andares desconfiados. Ni siquiera ta habían hecho daño en tu vida, pero sí que lo habían intentado y habían fracasado en el intento. Lo peor es que estabas convencida que era gracias a tu desconfianza en todo. En todos. Jamás te planteaste enredarte conmigo a ver que demonios pasaba. La oportunidad a conocer y dejarte llevar era mas o menos una utopía, un bálsamo de tiempo muerto que utilizabas a tu antojo. Eras inteligente, y si no lo eras lo aparentabas muy bien, lo bordabas. Sabías hablar y conversar (que no es lo mismo), estabas (mal) acostumbrada desde muy pequeña a que todo lo podías conseguir con tu (hermosa) sonrisa. Y no era del todo cierto, aunque admito que por unos momentos sucumbí frente a una de tus carcajadas. Sin embargo a la hora de dar un paso contigo siempre ibas un poco por detrás... por si acaso. Siempre supuse que te pasaste la vida intentando dejarte llevar en cualquier cosa, y eso te costaba horrores... siempre valoraste la improvisación, pero la rechazabas de pleno como estilo de vida. Aparecí en tu vida. Yo era como una especie de botón descosido, tu eras mas bien el otro botón el que estaba perfectamente alineado en la chaqueta, combinábamos hasta cierto punto. Mi falta de planes planeados, combinado con tu estupenda gama de sonrisas, resultó ser un desastre. Finalmente hasta yo desconfiaba de tanta desconfianza. Me costaba conciliar el sueño.

 Ahora que te miro de lejos y que duermo a pierna suelta extraño de alguna manera, las largas charlas sobre la desconfianza y el mal tiempo interior.