por Samuel, de Aburrido Cósmico

miércoles, 22 de abril de 2009

comunicando



Marcaba tu teléfono y comunicaba todo el rato. Cada llamada que hacía era como dejar mi orgullo a un lado. Pasaba todo el rato pensando con quién demonios estarías hablando. Me imaginaba incluso la conversación. Entonces volvía a llamar. TIC-TIC---TIC-TIC---. Comunicaba, obvio. A vueltas con la paranoia. Curiosamente esta vez cambié de idea y pensé si habías llamado tú. Eso me desconcertó y cuando me imaginaba la conversación me dio por tomar la decisión de no llamar, pensar en lo de las llamadas perdidas en su teléfono, reforzaba mi decisión. Así que me fui a caminar. Media hora de un paseo a ninguna parte dan para pensar mucho. Cuando habían pasado 38 minutos (creo), me di cuenta que me había dejado olvidado el móvil. ¿me habría llamado? ¿Seguirá hablando?... Me fui. Me lo había dejado sobre la cama. Pasó lo peor que podría haber pasado en lo que a la trama de la llamada se refiere. El móvil se había quedado sin batería hace no se sabe cuanto. A buscar el cargador. No estaba en su sitio, y empecé a buscarlo en los sitios más lógicos, hasta pasar a los ilógicos. Lo encontré y encendí el teléfono. Nº PIN. Ya. Ninguna llamada perdida. Ningún sms. Nada. En ese momento he de confesar que pensé en llamar. Y lo pensé más. Llamé. Colgué antes que me diera un tono. Pensé más. Y volví a llamar. Teléfono apagado o fuera de cobertura, me decían. No protesté y colgué. Me senté allí, en medio de la nada. Rodeado de cosas pero en el medio de la nada. Sentía que el mundo entero estaba comunicando. Y la rabia aparece cuando quiere y como quiere, que para eso viene. 

Apagué mi móvil. Estaba empezando a pensar que no quería volver a encenderlo jamás. Todavía lo estoy pensando.

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