
Enredados con el tiempo. Enredados con la vida, con el acecho cruel de la muerte. Enredados con mañana y pasado mañana. Enredados con la rutina. Escapé pensando que así no me podía enredar, no me podían enredar. Embauqué a el encargado de llevar el reloj de la plaza para retrasarlo cinco minutos de vez en cuando, mis argumentos para convencerlo eran de lo más pintorescos.
- ¡Imagina que les vas a regalar 5 minutos más de tiempo! ¡5 minutos de vida!
Y argumentos por el estilo lograban convencerlo de vez en cuando. Le enredaba. Y así vivíamos los del lugar, hablando constantemente del tiempo y preguntándonos quien diablos tendrá la hora correcta. Sin darnos cuenta que entre nosotros habían afortunados que gozaban de 5 minutos más de tiempo, ficticios, porque en el fondo no eran minutos que existieran, ¡los había creado yo! Me sentía como una especie de Dios impostor, capaz de mover el tiempo a mi antojo. Quizás el mayor enredador de la historia sea algún Dios, capaz de mover montañas de gentes con doblar levemente un solo dedo. Hablar en nombre de la fé siempre ha dado excelentes resultados.
-¿Hablar en nombre de la fé siempre ha dado excelentes resultados?
-...Pues sí...¿has ido al Vaticano?
-.........no........
-.....ah...
No dije nada más, en ese momento pensé: ¿para que seguir enredando?
Adelanté 5 minutos a mi reloj. Sonreí y me eché a andar a sabiendas que llegaría antes que el resto...
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